Michael Convey

Por Miguel Carrillo
Socio director creativo de Convey Publicidad

El encabezado de este artículo es una consecuencia de la, casi absurda, pregunta motivacional «¿Trabajas para vivir o vives para trabajar?». La pregunta es boba, pues su respuesta es obvia, nadie en su sano juicio diría que vive para trabajar. Pero cuando hablamos de pasión, las cosas cambian por completo.

En los más de veinte años que tengo colaborando en agencias de publicidad me he encontrado con mucha gente que labora porque no le quedó de otra, “tienen el trabajo que pueden, no el que quieren”. Son muy comunes los casos de las personas de cuentas que querían ser creativos, pero no había chance en el área, así que tomaron lo que les ofrecieron, después les dio flojera el cambio y terminaron por soportar lo que tienen.

En los departamentos creativos es muy frecuente encontrar individuos que “están de paso” porque en realidad ellos son (o cuando menos aseguran ser) escritores, pintores o cineastas, pero en lo que logran el éxito artístico se someten a las inmundicias de la publicidad.

No todo ha sido malo, también tengo la gran suerte de haberme cruzado con mucha gente apasionada y apasionante, por ejemplo, algunos de ellos diseñaban por la pasión de crear, desde un anuncio o un logo hasta un empaque o una invitación. Colaboro con personas que pueden pasar horas detallando su trabajo y aún después de terminarlo les queda la sensación de poderlo mejorar.

En realidad, mi pregunta pareciera ser tan rudimentaria como su antecesora, porque apasionarte por tu ocupación, así como trabajar en lo que te apasiona, resulta ser igual de productivo, pero la uso para hacer la siguiente reflexión: ¿Realmente te dedicas a hacer algo que te gusta o eres del gremio publicitario que se la pasa quejándose del cliente, del jefe, del trabajo y de la agencia?

Cuando la gente encuentra la convergencia entre pasión y trabajo, sin duda, es mucho más feliz, mucho más entregada y por lo general tiene grandes resultados. Con esto no quiero decir que los apasionados no sentimos frustración al repetir ocho veces lo mismo o que tenemos, podemos y debemos hacerlo gratis. Los que sentimos pasión por lo que hacemos fuimos congruentes con lo que deseábamos, no tomamos el camino que más nos pagaba, sino el que más nos gustaba. Decidimos desgastarnos, arriesgar a estarnos equivocando, perdimos la noción del tiempo, cuando creímos que éramos perfectos nos dimos cuenta de que nos faltaba mucho trabajo.

Cuando uno tiene pasión, busca cómo hacer más de lo que ya hace, busca cómo perfeccionar su estilo, el día entero busca una solución, algunos dicen que en sueños encuentran respuestas…

Pero no hay muchos de esos, siempre hay un pretexto para detenernos: el brief, el cliente, la hora, el pago, el hambre, el sueño, el desmadre.

¿Cuántos se atreven a decir que les apasiona lo que hacen? ¿Cuántos ven a la publicidad (o el trabajo que tengan) como un escalón incómodo? ¿Cuántos tendrían los hue… agallas para dejar todo y dedicarse a lo que les apasiona?

Si tuvieras la oportunidad de hacer lo que más te gusta y te aseguráramos que no puedes fracasar, ¿a qué te dedicarías?

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