Por Hugo Vidal
Twitter: @morfosmedia

Algo genial que puede sucederle a una cinta es convertirse en un éxito a nivel global. Cuando esto sucede y se transforma en una franquicia es cuando vienen los problemas. Si bien El Conjuro supo explotar elementos de intriga, suspenso y una supuesta historia real basada en los casos de los investigadores de lo paranormal Ed y Lorraine Warren, que se hicieron famosos en los años 70’s en Estados Unidos, esta nueva versión carece de ese factor fresco y novedoso de la primera entrega.

El Conjuro 2 continúa con las historias de los Warren. Vera Farmiga y Patrick Wilson interpretan de nuevo a Lorraine y Ed, quienes tras ayudar a la familia Perron en la anterior película, se ven llamados a investigar los extraños eventos que le ocurren a una familia del distrito Enfield en el lejano Londres. Este caso también está inspirado en un suceso de la vida real en el que una adolescente fue supuestamente poseída y atormentada por una presencia maligna.

Los Warren ahora son famosos gracias a los eventos de Amityville, han pasado siete años desde los sucesos de El Conjuro y tienen grupos de seguidores y de detractores que los denuncian como farsantes. Lo cierto es que el matrimonio terminará investigando los extraños sucesos en una decadente casa del norte de Londres en la que viven una madre soltera (Frances O’Connor) y sus cuatro hijos. La presencia fantasmal del anterior dueño del lugar y las visiones terroríficas que experimenta sobre todo la menor de las niñas (Madison Wolfe) hacen que los Warren y varios más se interesen por el caso.

El guión y la dirección de James Wan siguen sintiéndose en esta secuela: muebles que se mueven, ruidos que surgen de manera inexplicable, presencias misteriosas… La cinta tiene una narrativa bastante fluida aunque los verdaderos sustos tardan un poco en aparecer y cuando lo hacen ya no sientes la misma sensación de la primera.

A pesar de todo, El Conjuro 2 es una buena película de terror que no sólo cumple con su objetivo primordial de asustar, sino también nos presenta a unos personajes con los que es fácil conectar, nos deleita con una altísima calidad técnica, una villana aterradora e incluso logra transmitirnos buena parte de su narrativa mediante imágenes, colores y detalles muy sutiles. Su trama es algo débil y forzada, pero es un punto negativo que palidece ante tantos aspectos positivos.

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