cómo hacer storytelling en influencers

Por Jairo Rocha
CEO de Blank space

Vivimos en la era del contenido que no parece publicidad y en donde cada vez más las audiencias, sobre todo las más jóvenes, ya no solo rechazan los anuncios tradicionales, sino que han desarrollado una especie de radar anti-venta. Este radar no es otra cosa que una “habilidad”, sobre todo de generaciones como la Z y los Millennials, para identificar y descartar rápidamente aquellos contenidos que se perciben como intrusivos, poco auténticos o que simplemente buscan la transacción sin ofrecer valor a cambio.

Un claro ejemplo son los pop-ups, los videos de reproducción automática con sonido o los anuncios que ocupan toda la pantalla, los cuales dificultan la navegación, generan frustración y al final convierten todo en una experiencia negativa que se asocia directamente con la marca anunciante.

Por esta razón, en las campañas actuales, la primera opción para muchos son los influencers, especialmente aquellos que ya no presentan un producto con frases como “Hoy les traigo esta colaboración con X marca”, sino que lo introducen como parte de su día a día: en una salida con amigos, una anécdota graciosa o un supuesto descubrimiento random. Es un storytelling disfrazado de casualidad. Y está funcionando.

Los creadores ya entendieron que la mejor forma de vender sin vender es compartir una experiencia que parezca accidental. El producto o servicio aparece como un extra en la narrativa y no como el foco central. Esa autenticidad aparente genera confianza y, sobre todo, conversación.

TikTok e Instagram se han convertido en las plataformas ideales para este formato. Los videos que mejor funcionan no son los más producidos, sino los que se sienten más reales. Y es por eso que el algoritmo premia la retención y el watch time, por lo que si una historia logra atrapar desde los primeros tres segundos, tiene grandes posibilidades de viralizarse.

Pero, ¿por qué funciona tan bien el storytelling en influencers?

Esta estrategia apela a emociones reales: sorpresa, risa, ternura, inspiración, indignación, etc. Mientras más emocional sea la historia, más potencial tiene para compartirse. En este formato, no importa tanto el CTA directo (“compra aquí”), sino el impacto que deja la historia en quien la ve. Si te hace sentir algo, es muy probable que lo comentes, lo guardes o lo compartas. Por ejemplo, una campaña de comida rápida puede iniciar con una historia tipo: “Fui a desayunar con mi ex y miren lo que pasó…”. En ese storytelling cabe perfectamente mostrar el producto, pero el foco no está en lo delicioso que está el desayuno, sino en la situación que genera interés.

Para las marcas, este formato implica soltar un poco el control. No se trata de dar briefs cuadrados, sino de invitar a los creadores a construir desde su estilo, su lenguaje y su audiencia. El objetivo no es que repitan un mensaje de marca, sino que lo integren de forma orgánica en un relato que parezca suyo. La clave está en identificar insights humanos y cotidianos que puedan conectar emocionalmente con el target. Es decir, que la historia que se cuenta tenga más que ver con personas que con productos.

Sin embargo, es importante no saturar tampoco a los influencers con narrativas similares, porque al final la gente se da cuenta y los influencers pueden perder credibilidad. La naturalidad también implica equilibrio: si todos los días suben “descubrimientos espontáneos”, deja de sentirse real. Por eso, es clave trabajar campañas bien distribuidas, con libertad creativa y coherencia con el estilo del creador.

Y aunque anteriormente mencionamos que en este formato de contenido las marcas deben soltar un poco el control, la verdad es que también pueden cederlo estratégicamente a una agencia especializada en influencer marketing. Esta colaboración permite que la marca no solo delegue, sino que potencie su alcance al contar con un socio que le ayude a generar una estrategia creativa mucho más desarrollada y alineada con sus objetivos.

Así, el “soltar el control” se transforma en una “colaboración controlada y potenciada”, donde el equilibrio de contenido, la idoneidad de los formatos y la autenticidad de las historias son el resultado de una estrategia pensada y ejecutada por expertos, garantizando que el storytelling no solo sea creativo, sino también eficaz.

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