Por Marta Bonadie
Fundadora y directora general de Taller 1339
Siempre he creído que la arquitectura tiene el poder de transformar vidas. Como arquitectos, no solo construimos edificios; creamos entornos que influyen en cómo las personas viven, trabajan y se relacionan. El Día Internacional de las Personas con Discapacidad, que se celebra el 3 de diciembre, es una fecha que resuena profundamente con esta filosofía y nos invita a reflexionar no solo sobre la accesibilidad, sino sobre la inclusión en su sentido más amplio, especialmente en los espacios donde pasamos una parte significativa de nuestras vidas: la oficina.
Por muchos años, la “accesibilidad” ha sido vista como una casilla a marcar, una obligación legal que se resuelve con una rampa aquí y un baño adaptado allá. Pero esta visión es estrecha, limitada y, francamente, obsoleta. El diseño inclusivo va mucho más allá de cumplir con la normativa. Es una filosofía que reconoce la vasta diversidad de la experiencia humana y busca crear entornos que sean utilizables, equitativos y enriquecedores para todos, independientemente de sus capacidades físicas, sensoriales o cognitivas.
En el contexto de la oficina moderna, el diseño inclusivo se convierte en un pilar fundamental para la innovación, la productividad y el bienestar. Una oficina verdaderamente inclusiva no solo permite que una persona con silla de ruedas se desplace libremente, sino también considera al empleado neurodivergente que necesita un espacio tranquilo para concentrarse, al colega con baja visión que requiere una iluminación específica o a la persona con una discapacidad auditiva que se beneficia de una acústica controlada y ayudas visuales claras. Es un diseño que anticipa y celebra la pluralidad de necesidades, en lugar de solo reaccionar a ellas.
Una estrategia inclusiva que retiene el talento y mejora la productividad
El diseño inclusivo en oficinas no es un gasto, es una inversión estratégica con un retorno tangible. En primer lugar, amplía el talento disponible. Al eliminar barreras físicas y cognitivas, las empresas pueden atraer y retener a un grupo de profesionales más diverso y talentoso que de otro modo podrían sentirse excluidos.
Esta diversidad de pensamiento y experiencia es un motor probado de innovación y resolución de problemas. Un equipo diverso no solo es más justo, sino que es intrínsecamente más inteligente y adaptable.
En segundo lugar, mejora la productividad y el bienestar de los empleados. Un entorno diseñado con principios inclusivos beneficia a todos. Por ejemplo, contar con un control acústico adecuado reduce el estrés de la plantilla de trabajo, no solo de aquellos con sensibilidades auditivas. La iluminación natural y ajustable mejora el estado de ánimo y la concentración en general. Los espacios flexibles que permiten diferentes modos de trabajo (colaboración, concentración individual, descanso) empoderan a cada individuo para trabajar de la manera más efectiva. Esto se traduce en una mayor satisfacción laboral, menor rotación de personal y un ambiente de trabajo más positivo y empático.
Además de los beneficios que puede aportar el diseño inclusivo a los colaboradores, refuerza la reputación y la marca de una empresa. En un mundo cada vez más consciente de la responsabilidad social corporativa (RSC) y los criterios ESG (Environmental, Social, and Governance), una oficina que demuestra un compromiso genuino con la inclusión envía un mensaje poderoso a sus clientes, inversores y la comunidad en general. No es solo lo correcto, es lo inteligente.
Principios clave para el diseño inclusivo en oficinas
Desde mi perspectiva como arquitecta, estos son algunos de los pilares que deben guiar el diseño de oficinas para el futuro:
● Accesibilidad física: Esto va más allá de las rampas, implica rutas claras y sin obstáculos, puertas automáticas o de fácil apertura, contar con mostradores de recepción y estaciones de trabajo ajustables en altura, ascensores amplios y bien señalizados, y baños universales que no solo cumplan con la normativa, sino que ofrezcan espacio y equipamiento cómodos para todos.
● Experiencia sensorial: El entorno acústico es crucial. Espacios con materiales que absorban el sonido, zonas de silencio designadas y cabinas telefónicas insonorizadas son esenciales para personas con sensibilidades auditivas o neurodivergentes.
Los genios neurodivergentes poseen una forma de ver el mundo que trasciende lo evidente: perciben conexiones donde otros ven fragmentos, sienten antes de razonar y transforman la diferencia en fuente de creación. Su mente es un universo complejo que florece cuando el entorno los comprende. Un espacio diseñado para ellos no busca corregir su singularidad, sino acompañarla: luz natural que calma, texturas que inspiran, orden visual que enfoca y rincones que permiten desconectarse del ruido para reconectar con la intuición.
En esos lugares, la creatividad no se fuerza; simplemente ocurre. Porque cuando el entorno se vuelve aliado de la mente diversa, la genialidad deja de ser una excepción y se convierte en una energía viva que impulsa a todos los que la rodean.
● Claridad y orientación: Los diseños de planta abierta pueden ser abrumadores; por ello, una oficina inclusiva ofrece una lógica espacial clara, con señalización de alto contraste y fácil lectura, que puede complementarse con sistemas de navegación digital o táctiles.
La consistencia en el diseño y la ubicación de elementos clave reduce la ansiedad y facilita la orientación para todos, incluyendo a personas con discapacidades cognitivas o visuales.
● Flexibilidad: Ofrecer una variedad de espacios de trabajo es fundamental, desde escritorios colaborativos hasta cubículos privados, salas de concentración, áreas de descanso y zonas de relajación. Esto permite a cada empleado elegir el entorno que mejor se adapte a sus necesidades en un momento dado, promoviendo la autonomía y el bienestar.
Un llamado a la acción
Como arquitecta, les digo, elevemos nuestras ambiciones. No nos conformemos con la accesibilidad mínima. Aspiremos a la inclusión total. Como arquitectos, tenemos la responsabilidad y el privilegio de ser agentes de cambio, de diseñar espacios que no solo sean funcionales y estéticos, sino también justos, equitativos y capacitadores.
Cada decisión de diseño, desde la elección del material hasta la configuración del espacio, tiene el potencial de incluir o excluir. Al adoptar una mentalidad de diseño universal y centrado en el ser humano, podemos crear oficinas que no solo cumplan con las expectativas, sino que las superen, convirtiéndose en catalizadores de una cultura empresarial más humana, innovadora y exitosa.
En Taller 1339 estamos comprometidos con transformar los espacios de trabajo en entornos donde cada individuo se sienta valorado, respetado y capaz de alcanzar su máximo potencial.
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