Óscar Ibarra Cómplices

Por Óscar Ibarra
Director General de COM Comunicación Integral
Twitter: @COMplicesCOM

Así como en el mundo existe el doloroso cáncer de la trata de personas, en los negocios cada día encontramos más víctimas de los tratantes de ideas. Y esto sucede en los dos lados del mercado de las ideas que generan valor para las marcas.

Hace unos días nos llamó un prospecto para explorar las posibilidades de ser sus CÓMplices en el desarrollo de una marca de consultoría y desarrollo personal que creó hace tiempo. La primera información que nos compartió fue que ya tenía registrado su dominio y había creado su página de internet con alguna empresa que hizo todo a su nombre (me refiero al del prospecto), pero por algún conflicto con dicha compañía la relación está trabada en un punto en el que nuestro prospecto describe como que tienen secuestrado su dominio y no le permiten hacer nada con la página.

Aunque desconozco las causas de esta situación, este prospecto está en un punto en el que está cuestionándose si debe tirar a la basura todo lo avanzado y volver a empezar su desarrollo comercial utilizando su nombre en lugar de una marca institucional.

¿El cliente le debe a la agencia? No lo sabemos, pero entendemos que algunas veces el secuestro pareciera ser la única forma de asegurar un pago, aunque nos oponemos rotundamente a esta práctica que sólo fomenta la falta de credibilidad en la industria, tanto de un lado como del otro.

En contraparte, tenemos el caso de un cliente que desde enero de este año (hace ocho meses) dejó de pagar los honorarios de su agencia a pesar de estar recibiendo el servicio completo de acuerdo con lo establecido en el contrato correspondiente. En abril -cuatro meses después de haber dejado de pagar prometiendo hacerlo infinidad de veces- la agencia suspende el servicio. La reacción del cliente es de indignación y tiene el desplante de informar a la agencia que quiere suspender la relación temporalmente y amenaza con no reanudarla si la agencia continúa exigiendo la regularización de los pagos.

Al no conseguir nada, decide iniciar una relación con otro proveedor pero utilizando las estrategias, materiales creativos y lineamientos desarrollados por la agencia a la que no le ha pagado. ¿Es esto otro tipo de secuestro pero ahora por parte de un cliente?

¿Es legítimo que siga beneficiándose de un trabajo desarrollado por una agencia a la que no le cubierto sus adeudos? ¿Sería aceptable que la agencia bloqueara sus cuentas de redes sociales y esfuerzos digitales como medida de presión o caería en la misma práctica que el cliente que muestra no tener ética alguna?

El tema no es nuevo pero sigue sin ser resuelto. Aunque no existe la figura de tratante de ideas, la práctica es totalmente equiparable aunque el daño evidentemente no es comparable. Pero no deja de ser indignante que alguien tome con absoluta impunidad algo que es propiedad de otra persona y se beneficie de ello sin pagarlo.

¿Qué recursos tienen uno y otro (cliente y agencia)? ¿Ir a los tribunales? ¿Se llega a alguna solución justa a través de este camino? En nuestra experiencia no sucede nada positivo porque la misma corrupción que se da en la mente de quien decide secuestrar la propiedad industrial de otro sucede en los tribunales y termina ganando quien tiene mejores relaciones en los juzgados o cínicamente más dinero para compartir.

No parece haber una solución sana, clara y completa a este tema porque culturalmente no parecemos estar preparados para entender, aceptar y respetar que al formalizar un acuerdo de voluntades en un contrato estamos comprometiéndonos a cumplirlo.

Ser despojado de algo que nos pertenece siempre produce una sensación de indignación e impotencia enorme. Eso es lo que nos hacen sentir los tratantes de ideas cada vez que secuestran lo que nos pertenece para salirse con la suya.

Parece un problema sin solución, pero aceptarlo así sería tremendamente desesperanzador. ¿Es posible cambiar esta realidad? ¿O tendremos que seguir viviendo en los negocios autorenovando la confianza en cada contrato con la esperanza de que “esta vez sí”?

Comparte tus impresiones. Este es un tema que nos afecta a todos.

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1 COMENTARIO

  1. Estimado Óscar

    Muy interesante lo que escribes, comprendo bien todo lo que dices, también he sido víctima de este tipo de estafadores de las ideas y del trabajo ajeno, pero también creo debemos aprender a tratar al cliente, hay cosas que delatan cuando alguien quiere engañarnos y vernos la cara y cuando tenemos enfrente a un cliente serio y responsable, mi sugerencia está en los contratos y en los anticipos, si un cliente no quiere contrato o regatea un anticipo, pues estamos enfrente de un posible traficante de ideas. Creo que debemos vernos a nosotros mismos como profesionales como son los médicos y los pediatras, cada consulta causa honorarios y cada intervención genera un contrato de servicios y ello anticipos y en su caso el finiquito de cada servicio, es decir, es bueno tener en nuestro equipo de trabajo un buen abogado, un excelente contador y no un cura, pues no podemos dejar en «manos de Dios» la honorabilidad de un cliente. Saludos
    Julio Castrejón

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