Por Arcadio Andrade
Consultor político y ceo de Día D
Twitter: @ARCADIOANDRADE

‘Simulación Electoral’ es un concepto que seguramente todos los que asesoramos candidatos y hacemos campañas políticas hemos escuchado más de una vez. Es, probablemente, uno de los miedos más grandes para cualquier candidato y su coordinador general de campaña. Sin embargo, es algo que pocos pueden ver o que pocos están dispuestos a ver (sobre todo si se encuentran ensimismados en una campaña aparentemente ganadora) y, por lo tanto, difícil de comprobar.

Hoy en día, aunque los avances tecnológicos permiten hacer más eficiente muchas áreas de la campaña, en el trabajo de campo aún resulta difícil controlar un ejército de promotores que se encuentra distribuido en las calles y colonias del territorio electoral. Por muy organizado y distribuido que esté el equipo de trabajo y aunque la supervisión sea constante -cosa que difícilmente resulta cierta-, la simulación sigue siendo el pan de todos los días.

A lo largo de los años que llevo creando campañas, puedo decir que una de las peores cosas que resultan de la ‘simulación electoral’ es la pérdida de tiempo. Por supuesto, entraríamos en un debate -casi tan amplio como ¿qué fue primero, el huevo o la gallina?- en el que muchos argumentarían que lo peor es la pérdida del recurso material y económico, pero como ustedes saben, ‘el tiempo es oro’ y es un recurso no renovable, así que se vuelve lo más preciado dentro de la campaña.

Como anécdota, me gustaría compartirles una experiencia de las pasadas elecciones. Como equipo y estructura externa a la del partido, he de reconocer que no siempre somos bien recibidos, pues creen que pasada la elección nos vamos a quedar con su trabajo o que nuestro interés radica en ganar la elección para ocupar una posición dentro del gabinete -idea muy alejada de toda realidad-. En fin, la cuestión es que casi nunca la estructura del partido nos quiere en su territorio, por lo que hacen hasta lo imposible por dificultar nuestro trabajo. Pero, además de no querernos, siempre he creído que uno de sus mayores miedos es que nos demos cuenta de que la simulación, en muchos casos, es la forma en la que siempre han trabajado.

En esta campaña a la que hago referencia, había una sección electoral que habíamos identificado como switcher o indecisa, por lo que nuestros esfuerzos de promoción y convencimiento debían estar enfocados ahí. Sin embargo, la líder de la sección electoral tenía sometida a su gente y a ‘piezas clave’ dentro de la estructura de campaña y de partido, por lo que desde la coordinación de campaña nos recomendaron que no hiciéramos trabajo en esa sección, ya que ‘estaba cubierto por la lideresa y su gente’.

Durante todo el proceso electoral, es nuestra responsabilidad reportar los avances y el sentir de la gente, ya que nuestra estrategia nos permite vivir y medir a la ciudadanía respecto al candidato y a la campaña.

Como era de esperarse, en los días de la contienda fuimos comprobando que esa era una sección en la que nunca se había trabajado. La ‘lideresa’ siempre se quedaba con los apoyos, los utilitarios y las propuestas del candidato; ella y su hijo vivían desde hacía muchos años de ‘hacer trabajo de promoción en campañas’, pero sobre todo de engañar a los candidatos y al partido.

Pese a nuestras recomendaciones, la palabra de la ‘lideresa’ pesó durante toda la campaña y el día de la elección el resultado no pudo haber sido diferente. Ella reportaba una copiosa participación de la gente en la urna, mucho trabajo por su parte y la de su hijo invitando a la gente a votar; incluso, fingía estar irritada de la garganta de tanto hablar por teléfono para invitar a la gente al voto.

La realidad es que nosotros documentamos que durante toda la jornada ella no salió de su casa y de su hijo ni hablamos porque de hecho no se encontraba en la ciudad. Los vecinos de esa sección electoral estaban molestos con estas prácticas, con las mentiras y con el engaño, que creían propias del candidato. Recuerden que la credibilidad de la gente que habla en nuestro nombre como candidatos se transmite a nuestra propia imagen y percepción, por lo que el candidato tuvo voto de castigo y perdió esa sección electoral.

Historias como ésta para muchos de los que están leyendo esta columna no resultan para nada extrañas, pero la pregunta que se estarán haciendo sería: ¿Cómo desaparecemos este cáncer de las campañas, que parece más y más difícil de eliminar? Muy fácil, a través de la tecnología, específicamente a través de un arma muy poderosa: la geolocalización.

Cuando se lo mencioné a uno de mis clientes, lo primero que dijo fue ‘¿Pero cómo le vas a hacer? ¿Vas a ponerle GPS a todos los promotores?’ Resultaría muy divertido tener a todos los promotores con GPS integrado, pero sería muy costoso y poco accesible para muchas campañas y candidatos en México. Por ello, la respuesta está en una plataforma que permite, a través de una aplicación en dispositivos móviles, tener el control de cada uno de los movimientos de nuestros promotores en tiempo real.

Les explico: esta plataforma permite tener el control no sólo de dónde se encuentran nuestros promotores, sino también de dónde se encuentran los votantes, los promovidos, los influenciadores (aquellas personas que están plenamente convencidas de que nuestro candidato es la mejor opción y, dada su reputación y liderazgo de opinión, tienen las posibilidades de convencer a más votantes de esta idea) y de cuáles son sus necesidades reales.

Una vez teniendo registrada esta información en tiempo real y que esté automáticamente trazada en el mapa electoral, la toma de decisiones para nosotros, para la coordinación general de campaña y para el candidato es inmediata y mucho más certera, no sólo para saber cuáles son las necesidades de las colonias, sino también en dónde debemos enfocar los esfuerzos de comunicación y promoción del candidato y de toda la campaña.

Con este tipo de avances que hemos desarrollado con la experiencia de muchas campañas, logramos disminuir costos de captura y de recurso humano, pero sobre todo dejamos de perder tiempo (el recurso más valioso dentro de la campaña), ampliamos e identificamos nuestro espectro de influencia sobre otros ciudadanos, tenemos certeza el Día D acerca de dónde están los votos a movilizar y lo más importante: ELIMINAMOS POR COMPLETO LA SIMULACIÓN.

Dadas las condiciones políticas, la competencia en este año electoral en México será mucho más cerrada. Es momento de ser más certero en el trabajo de campo durante las campañas y la geolocalización puede ser nuestra arma secreta.

Sigue a The markethink y entérate de los temas más actuales y sobresalientes de la industria


DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí