Óscar Ibarra Cómplices

Por Óscar Ibarra
Director General de COM Comunicación Integral
Twitter: @COMplicesCOM

En la última semana el mundo ha cambiado y, como consecuencia, también lo ha hecho el panorama de los negocios y de sus marcas. La estupidez de Donald Trump nos ha puesto en una encrucijada en la que pareciera que tenemos que tomar partido por nuestras marcas o las de ellos y, eventualmente, empezar a boicotear los productos y las marcas estadounidenses.

Hay que ubicarnos. En realidad, actualmente las marcas son un tema global que hemos asimilado y que vivimos en nuestro día a día de manera automática en México y en muchos otros países.

Si los supermercados de México han sido adquiridos por empresas estadounidenses, si nos invade la moda del vestido malinchista, si nos avasalla la tecnología que desarrollan nuestros vecinos del norte y si tantas otras cosas, no tiene nada que ver con la figura dictatorial de Donald Trump, quien ojalá pronto pase a la historia.

La globalización de las marcas ha sido un proceso de muchos largos años y de multimillonarias inversiones. Otros países lo han hecho mejor que nosotros pero no en todos los casos. Podríamos criticar a nuestros industriales que han preferido traer licencias y franquicias de marcas en lugar de desarrollar nuestros propios modelos. Sin embargo, el proceso de transculturización no ha sido sólo de allá para acá, nosotros también hemos invadido a los Estados Unidos con nuestros nachos, nuestros tacos, nuestro guacamole y muchos productos más. Que lo han capitalizado empresas estadounidenses y no mexicanas también en una realidad, pero no absoluta. Tenemos grandes empresas globales como Cemex, Maseca y Bimbo que han conquistado mercados en todas las culturas basados en la nuestra.

Eso de sabotear todo lo que huela a extranjero es tan estúpido como las ideas de Trump. Nos puede colocar en situaciones más absurdas que la del impuesto a las importaciones mexicanas en los Estados Unidos, con lo que los consumidores de allá terminarán pagando el controvertido muro.

Si acabamos con cualquier negocio que parezca gringo en México, vamos a afectar fuentes de empleo de mexicanos, vamos a golpear a inversionistas mexicanos y vamos a dañar nuestra propia economía. ¿Vale la pena por el berrinche de un psicópata?

El tema de la construcción de valor para las marcas es tan perverso como el propio capitalismo y su expresión exacerbada en el libre comercio, pero no es privativo de los Estados Unidos y no es algo que deba ser destruido simplemente por existir. Es el resultado de un vacío de valores en nuestra sociedad que son sustituidos por emblemas, logos y marcas que dicen lo que somos y a qué grupos pertenecemos, como lo dicen los crucifijos en nuestros cuellos o los caireles de los judíos.

Estamos en una confusión emocional que saca lo peor de nosotros, la indignación que nos produce la constante obsesión de Trump por destruir todo lo que suena a mexicano nos irrita al grado de perder la objetividad, pero la época de tomarnos de las manos y darnos de balazos ya pasó a la historia del México bárbaro de Reyes Heroles.

Hoy somos maestros de la ironía y de la capacidad de desquiciar a nuestros oponentes con ingenio. Hay que ponerlo en práctica en nuestras vidas, nuestras marcas y nuestros negocios. Darle la vuelta a Trump sin que se entere cómo es algo que estoy seguro que somos capaces de hacer. Entonces menos lamentos y más acciones proactivas.

El que se enoja pierde. Y el enojado es Trump. No hay que olvidarlo.

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