Ciudad de México.- Cuando en 2013 Aileen Lee, fundadora de Cowboy Ventures, acuñó el término unicornio para referirse a una startup con 1,000 millones de dólares de valoración como un mito, no se imaginó que ocho años después ya existirían más de 860 compañías con ese estatus en el mundo. En 2017, en América Latina apenas se contaban dos y, sin embargo, hoy ya existen 25 unicornios, ocho de los cuales nacieron este año.
El popular término del mundo emprendedor ha perdido su sentido si se tiene en cuenta que, además, existen 98 startups latinoamericanas fundadas después de 2012 con una valoración mayor a 100 millones de dólares, es decir, cuentan con el potencial de alcanzar los 1,000 millones de dólares y convertirse en unicornios, de acuerdo con una investigación de ALLVP, una de las firmas de venture capital más importantes de la región.
Pero en la industria del capital de riesgo también existen, aunque más escasos, los decacornios, compañías valoradas en más de 10,000 millones de dólares que no cotizan en bolsa. Hay 36 en el mundo y sólo una en Latinoamérica: Nubank, el neobanco más grande del mundo.
Por su parte, también están los hectacornios, compañías innovadoras basadas en tecnología cuyo valor debe superar los 100,000 millones de dólares. Hay sólo dos en el mundo y ninguna latinoamericana.
Andrés Barreto, emprendedor colombiano, inversionista y managing director de Techstars, una aceleradora que ha contribuido a la creación y escalamiento de más de 2,600 compañías, piensa que para que haya más de este tipo de compañías hay que diversificar la inversión.
“Desde mi perspectiva, lo que falta para que haya más unicornios y decacornios es que más fondos globales empiecen a invertir en etapas más tempranas. Aunque hoy la mayoría de las transacciones de unicornios están concentradas en cinco fondos, en el mediano plazo veremos más diversificación para que pueda haber 20 o 30 fondos que participen en transacciones que resultarán en nivel unicornio para arriba”, explicó.
Bajo este panorama, es claro que la transformación digital está revolucionando toda la economía y de manera acelerada a causa de la pandemia. Para Barreto, lo interesante de empresas cuya ventaja competitiva es de base tecnológica es que su crecimiento es exponencial y rápidamente se pueden tomar mercados enteros. Por eso, “ver el boom de unicornios, decacornios y hectacornios es un resultado esperado, se está reescribiendo la economía de manera exponencial”, puntualizó.
Para el ecosistema emprendedor de América Latina, el 2021 ha sido un gran año gracias a la aceleración digital y a las inversiones de aceleradoras y fondos de venture capital tanto regionales como globales. El dato es contundente: durante los primeros nueve meses del año, las startups de la región recaudaron 14,800 millones de dólares, lo que se traduce en un incremento del 174% desde 2020, según datos de CBInsights.
Así que, según Barreto, el ecosistema latinoamericano está en un nivel de madurez suficiente para hablar de decacornios y hectacornios. “Cuando en cinco años veamos a las empresas más grandes de Latinoamérica por capitalización de mercado, las primeras serán empresas que nacieron como startups y se posicionaron como las mejores y más valiosas por su ventaja competitiva en la región”.
Aceleradoras, clave para el surgimiento de unicornios, decacornios y hectacornios en la región
Hablar de unicornios, decacornios y hectacornios no sería posible sin el rol de las aceleradoras que han sido fundamentales en el desarrollo del ecosistema al consolidar startups en el mercado mediante programas que entregan recursos, pero también financiación a proyectos innovadores y de gran potencial.
No hay duda de que estas organizaciones han sido clave a la hora de cerrar la brecha de capital que existe en la etapa presemilla y semilla, cuando muchos emprendedores no tienen la fortuna de recaudar fondos de amigos y familia.
Las aceleradoras no sólo están aprovechando una penetración creciente de internet y un mercado atractivo para la disrupción tecnológica en sectores tradicionales como el financiero, la educación o la salud, sino también el talento latinoamericano. En el caso de Techstars, por ejemplo, el principal criterio para invertir es el equipo detrás de la startup antes que el mercado, el producto o la idea.
Ahora bien, más allá de Silicon Valley como punto geográfico del mundo emprendedor, la digitalización y la pandemia han eliminado las barreras geográficas, haciendo que el acceso a los recursos y financiación se faciliten, incluso al alcance de una videollamada. Por eso, hoy en día no importa si un emprendedor está en Córdoba, Lima, Medellín, Guadalajara o Miami, pues tiene el mismo acceso a los recursos de conocimiento y capital que le permiten crear productos globales cuando pone en marcha una startup.
Pero la digitalización también ha apoyado la educación de los emprendedores que, más allá de la educación superior formal, buscan adquirir habilidades en programación de software e inglés de la mano de academias online no formales y bootcamps.
Andrés Barreto es claro en afirmar que aumentar la oferta alternativa de educación para complementar la tradicional es una actividad estratégica, pues “la formación en desarrollo de software y otros conocimientos digitales afines genera más riqueza a más personas y en menos tiempo que casi cualquier otra estrategia industrial de desarrollo económico”.
El ecosistema de emprendimiento latinoamericano está cada vez más maduro y las condiciones están dadas para que más startups sigan creciendo y se conviertan en unicornios como Rappi, Kavak, Mural, Bitso y Clip, pero también en decacornios como Nubank.
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