Por Madián Morante
Gerente de marketing para EMC México
Twitter: @MadianMorante

¿Qué te gusta? ¿Qué no te gusta? ¿Quién eres? ¿A dónde vas? ¿Para qué necesitas esta información? ¿En qué puedo ayudarte? ¿Cómo te sientes? ¿Qué necesitas? ¿A dónde te diriges? ¿Cuándo piensas hacerlo? Todas las anteriores… son preguntas. Ahora me dirijo específicamente a ti que me lees: ¿Cuánto indagas en el día? Y una más: ¿Cuánto respondes diariamente?

Uno de mis maestros me dijo algún día que si queremos llegar a algún lado (y no sólo a “algún” lado, sino a alcanzar nuestros sueños), debemos aprender a hacer las preguntas correctas. Vivimos -esto es una apreciación personal- en una sociedad en la que no sabemos escuchar lo que se nos comparte ni mucho menos responder lo que se nos pregunta o formular correctamente para obtener la información o feedback que realmente requerimos. Vivimos en automático, fabricando supuestos, hablando y sin poner atención en el momento presente, sólo por el placer momentáneo que produce tener la razón, tener la palabra y tener, aunque sea por poco tiempo, el “poder”.

Sin una indagatoria a conciencia, es virtualmente imposible que podamos establecer un marco de referencia o salida para nuestros proyectos. No hay un antecedente sobre el cual construir en aras de un objetivo claro y bien definido. Las preguntas nos ayudan a establecer en gran medida nuestra identidad y a crear y mejorar nuestro entorno social. Además, según nos comparte la educadora Elena Vergara, integrante de The Critical Thinking Community en Estados Unidos, hacer preguntas analíticas es vital para la excelencia en el pensamiento, debido a que cuando analizamos “rompemos un entero en partes”.

Vergara continúa: “Hacemos esto porque cada situación es con frecuencia una función de varios elementos. El éxito en el pensar depende, en primer lugar, de nuestra habilidad para identificar dichos componentes y observarlos uno a uno, para al final encontrar la solución”.

¿Cómo sabes si tu pareja comparte contigo objetivos de vida? ¿Tienes certeza de lo que tu jefe espera de ti en el trabajo? ¿Quién eres y a dónde vas? ¿Cuál es la más grande motivación de tus padres? ¿Para qué estás vivo?… Desde la pregunta más sencilla hasta la más compleja, todas aportan algo a nuestra individualidad y a nuestro ser colectivo.

De igual forma, como mercadólogos, debemos aprender a indagar para poder construir planes de mercadotecnia que apoyen la estrategia de la empresa para la que trabajamos. ¿Cuáles son tus objetivos de ventas? ¿A qué segmento de mercado quieres llegar? ¿Qué deseas obtener del cliente después de que éste asista al evento? Al no formular estas y otras preguntas, estaríamos construyendo planes a ciegas, esperando que alguna de las flechas que lanzamos den en el blanco.

Estas preguntas no sólo se elaboran para nuestra planeación de campañas de marketing, también durante y después de su ejecución. De otra forma, ¿cómo podríamos hacer ajustes y/o medir los resultados de las mismas?

¿Qué te gustaría preguntarte el día de hoy?

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