cómo comunicarse con los consumidores

Por Mónica Moreno
Head of market de MileniumGroup México

En México, si una persona ganara sólo el salario mínimo, tendría que trabajar 77 horas para comprar unos tenis y si quisiera adquirir unos jeans, tendría que hacerlo por 45 horas laborales. Estas son cifras dadas a conocer por un reciente estudio de la consultora argentina Focus Market, en el que se propuso conocer el poder adquisitivo en países de América Latina luego de la pandemia.

Los datos son muy relevantes y demuestran la realidad que hoy enfrenta la región, entre otros puntos, por las consecuencias que trajo el paro de actividades en casi todas las empresas y que afectó, por supuesto, a todos los sectores, incluyendo al marketing. Sobre cómo estamos frente a otras naciones, desafortunadamente, el índice no nos ubica en un buen lugar.

Por ejemplo, mientras que en Chile se requerirían poco más de 32 horas o en Uruguay 47 para comprar el par de tenis, en nuestro país tomaría 30 horas más. En el listado, México sólo está arriba de Argentina, que necesitaría casi 95 horas, y Venezuela, con una cifra increíble de 6 mil 746 horas. De ese tamaño es el contraste adquisitivo que vivimos actualmente en América Latina.

Y es que los efectos económicos de la contingencia aún se perciben. Al mismo tiempo de que hablamos ya de una “reactivación”, con la reapertura paulatina de más empresas en todo el país, la recuperación de los bolsillos de los consumidores aún es lenta y eso, por supuesto, es un tema que debe interesarnos porque son a ellos a quienes dirigimos nuestros mensajes y campañas.

Las prioridades de los consumidores se transformaron ante la crisis

De acuerdo con el Barómetro COVID-19, elaborado por Kantar, el 67% de los consumidores en el país sigue con afectaciones en sus ingresos, lo que ha llevado a que existan cambios en sus hábitos de compra. Pero eso no es todo: además, el mismo documento revela que el desempleo y la situación de lenta recuperación ha provocado que una gran mayoría de personas guíen sus compras a partir de los precios de los productos y servicios.

Esto significa una cosa: hay una transformación del mercado. Y es que, mientras la economía nacional busca retomar un ritmo acelerado y constante, existe una reconfiguración de las prioridades para el consumidor. Muestra de ello es que el 56% de los mexicanos, durante la pandemia, estuvieron más abiertos a probar nuevos productos o marcas a las cuales no estaban acostumbrados.

Incluso, nuestro país ocupa la segunda posición regional en la compra de artículos de segunda mano, además de que el 66% de la población apoya el comercio local. En fin, todos estos datos reflejan el enorme reto que tiene el marketing para reconfigurar la comunicación que diseña a sus audiencias a fin de generar empatía y llamados a la acción.

Sobre este contexto, aquellas marcas que logren entender estos nuevos hábitos y prioridades de los consumidores serán las que destaquen y saquen ventaja sobre su competencia. Promociones y descuentos más fuertes, dados a conocer por canales digitales y redes sociales, apalancados también por el aumento del comercio electrónico, son prácticas básicas que llegaron con la pandemia y se quedarán para generar preferencia y apego.

Pero entra aquí la pregunta si serán sostenibles con el tiempo o deberemos pensar en que surjan nuevos programas de beneficios para el cliente final que no sólo sacrifiquen la rentabilidad de la marca; de hecho, no podemos perder de vista que estamos luchando por reactivarnos.

Al final, en el marketing es claro que uno de nuestros principales objetivos es entender y adaptarnos a las nuevas tendencias que surjan. Por ello, debemos darnos cuenta de que, en esta etapa de “reactivación”, hay enormes oportunidades para observar y movernos rápidamente, para promover, desde un enfoque renovado, los mensajes de nuestras marcas y los programas de fidelización, siempre expresando claramente el entendimiento que existe hacia la situación económica del país.

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