Óscar Ibarra Cómplices

Por Óscar Ibarra
Director General de COM Comunicación Integral
Twitter: @COMplicesCOM

El principal objetivo de la comunicación social de una dependencia política es lograr mantener y, de ser posible, incrementar los índices de aprobación del funcionario y la dependencia que encabeza. Pero esto no parece estar claro en la estrategia de comunicación de la presidencia de México ni en su planeación de desafortunados eventos.

De pronto parece más bien una fábrica especializada en el manejo de crisis auto provocadas y control de daños auto infligidos, de lo cual sale cada día peor librado el presidente de México… y la confianza de los ciudadanos.

Sin importar que se trate de una persona u otra, es absolutamente increíble, indignante y debería ser inaceptable que la institución presidencial, investidura que ostenta el máximo representante del país, se vea revolcada en escándalos humillantes un día sí y otro también.

¿Quién coordina las giras internacionales en las que el presidente de México parece no conocer el protocolo y se queda fuera de la jugada entre el presidente Obama y el primer ministro Trudeau?

¿Quién planea que el informe anual del presidente esté tan blindado que lleva a jóvenes funcionarios fácilmente identificables como miembros del mismo gobierno a hacerle preguntas inofensivas ensayadas para hacerlo quedar bien?

¿Quién planea que invite a Trump (aunque ya supimos quién fue) sin considerar la estrategia de comunicación que seguirá inmediatamente después del encuentro analizando los escenarios que pueden presentarse y las posiciones oficiales que deberán asumir sus voceros y el mismo presidente?

¿Quién le pone en los discursos las promesas de que no habrá más incrementos a tarifas de gasolina y electricidad poco antes de que suceda? ¿Estamos regresando a la época en la que si el presidente decía algo había que esperar exactamente lo contrario?

¿El presidente tiene al enemigo en casa?

¿Tenían que recurrir a revivir la campaña de Fox “Las buenas noticias también son noticia” para tratar de lograr rescatar algo con “Lo bueno casi no se cuenta pero cuenta mucho”? ¿Es una campaña para convencer a alguien o para aplacar la depresión?

En mis 58 años no he visto una sucesión de hechos tan desafortunados como la que estamos viviendo hoy, ni una actividad que pareciera tan improvisada y falta de estrategia.

Y repito, sin importar quién esté sentado en la silla presidencial, los responsables de comunicación de la presidencia han hecho un terrible papel para el país. Y eso nos afecta a todos.

¿Hasta cuándo el presidente va a tomar acciones al respecto?

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