Por Tai Cornejo
Directora de cuentas de consumo RP en Comunicación Spread
Twitter: @Mrs_Taii

Hace unos días vivimos un cambio en las preferencias de una de las aplicaciones de mensajería multifuncional que permite enviar y recibir mensajes por medio de internet o datos móviles de manera gratuita. Esta aplicación se convirtió rápidamente en uno de los principales medios de comunicación. Según informes de la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), en México un 84 por ciento de los usuarios que utilizan smartphones prefiere el WhatsApp, seguido del Messenger de Facebook (70 por ciento) y del posteo en Twitter (43 por ciento).

Palabras como ‘phubbin‘ o ‘whatsappear‘ se agregaron a nuestro vocabulario a la par en la que esta aplicación iba en aumento exponencial para manifestarse como una dependencia tecnológica notoria en nuestro país. Esta app ha alcanzado récords importantes como llegar a 64 mil millones de mensajes almacenados cada 24 horas por usuario, es el medio inmediato por el cual podemos compartir desde imágenes, videos, grabaciones, páginas o los famosos memes para algunos, sin costo extra.

Tras el boom de esta tecnología, cualquier noticia sobre ella era tema de controversia, como las caídas en el sistema o el famoso último estado de conexión. Apenas hace unos días fuimos testigos de un cambio en las preferencias de la plataforma en el que ya se podía saber si los mensajes que la otra persona recibe son leídos o ignorados por medio de dos notorias palomitas azules. Ante esta incómoda situación, el usuario no tiene alternativa de usar o no esta novedad en el servicio.

Esta noticia, además de causar molestia a los usuarios que mantienen la plataforma como un elemento de su vida cotidiana, ha sido uno de los fenómenos mercadológicos más grandes en las últimas horas. Magia y creatividad en campañas de redes sociales por parte de marcas internacionales salieron a la luz; incluso, marcas no tan activas como Salsa Valentina aplicaron los chistes locales acerca de este suplicio. Coca-Cola, Blockbuster y Pepsi son otros de los nombres que se han colgado de esta coyuntura mediática. Sin duda, un excelente ejemplo de usar la tempestad a nuestro favor. Más retweets al más creativo.

Sin embargo, algunas estrategias no deben precisamente colgarse de una marca tan directamente. Recordemos el caso de Francia: la CSA, entidad gubernamental encargada de las transmisiones de radio y TV en el país, publicó un decreto que prohíbe decir las palabras «Twitter» y «Facebook» al aire en la televisión a menos que sea en noticias que involucren a las compañías.

En los noticiarios los conductores no tienen permitido decir: «síganos en Twitter» porque, según la CSA, eso le hace propaganda directa a ambas empresas. De la manera contraria, esto subía considerablemente las ganancias de estas redes sociales sin siquiera pagar una pauta para ser anunciadas.

Las marcas y, por consiguiente, sus estrategias caminan por una delgada línea en la que este tipo de acciones puede desencadenar en una clara promoción a WhatsApp. De hecho, si nos fijamos bien, la aplicación de mensajería instantánea ni siquiera anunció la noticia del cambio. ¿Será que las marcas hicieron su parte en cuanto a promoción? Dos palomitas.

Una de las estrategias de crecimiento de WhatsApp ha sido no incluir publicidad para obtener ganancias. Y en el caso de las noticias, enaltecer las buenas y las malas para «esponjar» la acción es uno de los puntos clave en los que podemos diferenciar entre una gran marca y una marca nada propositiva.

Sin duda, un acierto más bien para la aplicación utilizada por el 96 por ciento de los mexicanos como principal vía de comunicación.

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