Ciudad de México.- Por lo general, en la industria textil, detrás de la creación de una prenda existen largas jornadas de trabajo en un ambiente laboral hostil donde los equipos de trabajo son disfuncionales, las relaciones y la comunicación entre jefes y subordinados no se basan en el respeto y la tolerancia, el sentido de pertenencia es prácticamente nulo y la productividad del negocio se ve mermada por el clima organizacional.
Esto es lo que se vive en muchas maquilas del país donde trabajan más de medio millón de personas dedicadas a la fabricación de telas y prendas de vestir, de las cuales más de la mitad son mujeres. El problema se agrava por el hecho de que existen pocas organizaciones promoviendo su bienestar, eso sin considerar el escaso financiamiento con el que cuentan.
Para combatir estos problemas, el Instituto Mexicano de la Familia y Población (IMIFAP) implementó la iniciativa Yo Quiero, Yo Puedo… Cuidarme y mejorar mi productividad, financiada por Fundación C&A, con la cual ha logrado mejorar el bienestar laboral de 2 mil 500 trabajadores de fábricas del Estado de México, Puebla, Tlaxcala, Veracruz y Ciudad de México.
Los trabajadores no sólo incrementaron su productividad, sino también gracias a las capacitaciones que recibieron desarrollaron un mayor sentido del trabajo en equipo y una comunicación más efectiva. Pasaron de tener relaciones sumamente irrespetuosas que incluso caían en mobbing a una convivencia respetuosa y con mayor facilidad para resolver conflictos.
Un punto clave para conseguir estos resultados fue comunicarles a dueños y administradores el funcionamiento de las cadenas de producción para que comprendieran que, mediante el respeto de los derechos humanos y laborales de los trabajadores, las condiciones de trabajo mejoran automáticamente al igual que la productividad.
Además, gracias a la iniciativa Yo Quiero, Yo Puedo, se notó un cambio en la salud y cuidado personal, en la equidad de género y una mayor aplicación de valores como la tolerancia, paciencia y respeto por parte de todos los trabajadores.
Pero, ¿Y ahora qué sigue? Invitar a más maquilas a participar en el mejoramiento del bienestar de sus equipos de trabajo, generar más diálogo entre los actores de la industria, promover la libertad de asociación de los trabajadores y el respeto a su derecho de negociación colectiva.
No se puede dejar de mencionar que la iniciativa también mostró efectos no deseados vinculados a la presión por cargas de trabajo que sienten los empleados de la industria textil y de confección, lo cual significa que acudir a las pláticas del curso en ocasiones les generó mayor estrés.
La evaluación de esta iniciativa resaltó la necesidad de dar mayor difusión al programa para llevarla a más maquilas, logrando su réplica y escalabilidad al mayor número de trabajadores posible.
Aún falta un largo camino por recorrer, pero paso a paso se está logrando un cambio para que los trabajadores de la industria de la moda en México gocen de mejores condiciones y ambientes laborales en lugares donde se sientan seguros, respetados y capaces de prosperar.
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