Por Mauricio Sánchez
Director general de Grupo Human
Twitter: @GrupoHuman

Muchos jóvenes concluyen su educación superior y se preparan para comenzar su vida laboral. Poseen conocimientos técnicos y teóricos, y algunos llegan a contar con experiencia laboral; sin embargo, en ocasiones eso no es suficiente para que logren colocarse en el puesto de trabajo que desean.

En 2015 la matrícula de estudiantes de educación superior fue de tres millones 718 mil 995, de los cuales 570 mil 181 egresaron ese mismo año y sólo cinco de cada diez egresados obtuvieron su título universitario.

Si comparamos la cifra de egresados con los 644 mil 446 empleos generados durante 2015, notaremos que prácticamente los egresados, titulados o no, cubrieron casi el total de empleos creados, pero si sumamos los 2.3 millones de personas desempleadas en ese mismo año será evidente que las oportunidades laborales fueron insuficientes.

Ante este panorama, las personas que recién egresan de sus licenciaturas se enfrentan a pocas oportunidades laborales, altos niveles de exigencia por parte de los empleadores, pero sobre todo a un mundo laboral muy competitivo y en constante cambio.

Por ello, los recién egresados y los que aún cursan la licenciatura deben agregar un plus a su formación. Ya no basta con cubrir las materias de los programas educativos universitarios, así que una excelente forma de que las personas destaquen y encuentren su empleo ideal es trabajar en las competencias y conocimientos que el mercado laboral actual exige.

La adaptabilidad, flexibilidad, comunicación, dominio de idiomas, toma de decisiones, capacidad de análisis, pensamiento crítico, proactividad, dominio de las nuevas tecnologías, liderazgo y trabajo en equipo son algunas competencias que las organizaciones valoran y toman muy en cuenta al momento de realizar su selección de personal.

Trabajar dichas competencias desde la universidad es la clave para despuntar en un mercado laboral complejo. Las empresas buscan a personas que aporten a la organización, no sólo que tengan el conocimiento técnico aprendido en las aulas; desean ese valor agregado que las hará ser diferentes ante las demás y son esos perfiles los que generalmente contratan.

Desde la universidad pueden y deben prepararse las diferentes competencias y conocimientos con actividades prácticas. Algunas opciones son:

● Trabajar en un proyecto paralelo a las clases. En muchas empresas hay programas de becarios con actividades importantes para el desarrollo de ciertas habilidades.

● Integrarse a un equipo deportivo o de ciencias.

● Pertenecer a una asociación estudiantil.

● Tomar materias, cursos o diplomados complementarios.

● Participar en un programa de intercambio para estudiar en el extranjero.

● Colaborar en investigaciones académicas.

● Realizar voluntariados.

● Incubar algún proyecto de emprendimiento.

Al realizar alguna de estas actividades, se desarrollarán competencias valiosas que complementarán la formación profesional e impulsarán la carrera laboral de las personas.

La realidad es que muchos jóvenes, egresados y aún estudiantes, ya cuentan con competencias muy valiosas y sólo tienen que encauzarlas hacia un objetivo profesional. Nunca será tarde para desarrollar las competencias necesarias para obtener el empleo ideal, pero el camino será mucho más fácil si se comienza desde temprano.

En el otro lado de la moneda, se encuentran las organizaciones que buscan hacerse del mejor talento, con las competencias idóneas que le permitirán a la empresa crecer, innovar y mejorar. Por lo tanto, cada empresa debe tener claro cuáles serán esas competencias que les beneficien y cómo podrán medirlas y evaluarlas de forma adecuada para evitar pérdidas o fugas de talento.

El tema de las competencias es un trabajo complementario donde empresas y personas requieren de acciones que complementen un proceso de crecimiento. Los egresados deben preocuparse por explotar y mejorar sus competencias, mientras que las empresas tienen la tarea de atraer ese talento, medirlo, evaluarlo y en un futuro capacitarlo en nuevas herramientas y competencias. Sólo de esa forma se logrará generar una inercia que fomente el crecimiento personal y organizacional.

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