Ciudad de México.- Sin duda, el escenario macroeconómico en nuestro país ha mejorado. Gracias al TLCAN, se pudo lograr inflación y un marco sólido económico, lo cual provocó una apertura hacia los mercados mundiales e hizo que las empresas se viera obligadas a modernizarse y a emplear trabajadores altamente calificados.

Sin embargo, a pesar de grandes avances económicos y posibilidades de crecimiento empresarial, aún hay sectores que se caracterizan por altos índices de informalidad, trabajo poco calificado, productividad escasa y tecnologías obsoletas. Alrededor del 57 por ciento de los trabajadores tienen empleos informales, mientras que las empresas del ámbito no formal emplean a millones de personas que carecen de acceso a un ingreso estable, buena educación, atención integral de la salud y servicios financieros asequibles, lo que impide la formación de capital humano.¹

Este tipo de oportunidades no dependen únicamente del contexto sociocultural donde se desarrolle cada una de las empresas, también dependerá de cómo sea aprovechado por cada uno de los empresarios y la forma de gestionar a su equipo de trabajo. Como bien menciona la OCDE, el punto clave para darle formalidad e impulso a una empresa es a través de un equipo calificado que genere la productividad necesaria de acuerdo con los objetivos de cada empresa, conjugado con herramientas tecnológicas e innovación constante.

Más que un equipo calificado, que es un elemento primordial, es necesario un equipo alineado con los objetivos y valores de la organización antes que los del líder, lo cual se puede lograr con capacitación y formación empresarial.

Luis González-Aspuru, team leader de ASGAR, afirma que “el liderazgo situacional debe estar encaminado a utilizar la mezcla de supervisión-responsabilidad en beneficio del equipo mismo y la persona, teniendo presente que cada equipo de trabajo se encuentra en una diferente situación o nivel de crecimiento”.

Agrega que el liderazgo de servicio no debe buscar que el equipo “sirva” al líder; al contrario, son los líderes quienes “sirven” a sus seguidores allanando el camino de todos ellos para el crecimiento y cumplimiento de sus objetivos.

Para ser un líder firme, inspirador, empático y congruente, es necesario contar con cuatro elementos primordiales:

1. Autodisciplina. El control personal y el vencer a nuestro Yo interno que nos detiene a lograr resultados es una de las tareas más difíciles que existen. Realizar las acciones que sabemos que debemos hacer, aun cuando estemos solos, nos coloca en una mejor posición para alcanzar la excelencia.

2. Conexión e Influencia. Relacionarnos con los demás y lograr que nuestro equipo nos siga hacia el cumplimiento de la misión es trascendental para nuestro proceso de liderazgo.

3. Desarrollo Personal. Nuestro propio desarrollo es prioridad en nuestra vida. Cada uno de nosotros tiene fortalezas y debilidades, entenderlas y trabajar con ellas siempre nos coloca en ventaja competitiva.

4. Integridad. Pienso, digo y hago lo mismo. Ser congruente con mis valores y los de mi organización crea personas íntegras que, en conjunto, se convierten en el tiempo en un equipo de trascendencia.

Un líder ejemplar no es aquel que se limita a dar órdenes y hacer las cosas a su manera. Un verdadero líder es guía, alienta a su equipo, inspira a sus colaboradores, tiene la capacidad de enseñar y la facilidad de conectar con las personas que lo rodean. El éxito de una empresa siempre estará cimentado por el capital humano que labore en ella.

¹Fuente: Estudios económicos de la OCDE México.

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