qué es estrategia

Por Alma Jordán
Head of strategic planning de Grey México

La planeación estratégica es, si cabe, una de las disciplinas menos entendidas en la industria. Si le preguntas a 100 personas qué es, lo más probable es que obtengas 100 definiciones distintas, todas ellas con algo de verdad, sí, pero ninguna lo suficientemente clara para que nuestras madres entiendan cómo nos ganamos la vida.

Y la realidad es que la estrategia –el planning, como le decimos ya en confianza– no es ninguna ciencia oculta. Es una actividad tan humana y creativa como cualquier otra en nuestra industria. Es por eso que quiero ocupar este espacio para compartir a qué nos referimos en Grey cuando hablamos de estrategia. A ver si logramos rasgar ese tupido velo de misterio que no sé por qué la rodea.

Por lo pronto, y para que quede asentado en el acta, la estrategia no son esas primeras diapositivas que hay que “pasar rápido para llegar a lo bueno”, como nos dijeron alguna vez en un pitch. Tampoco es ese montón de datos y estadísticas que apantallan pero no sirven de nada si no dan pie a una verdad humana culturalmente relevante.

¿Qué sí es estrategia entonces?

Hace tiempo, un gran planner me dijo que, en esencia, hacer estrategia es elegir. Así de simple: elegir. De entre todos los caminos posibles que podría emprender una marca para ganarse un lugar en la mente de sus consumidores, elegimos el que puede ayudarnos a llegar ahí con más contundencia y a mantenernos por más tiempo.

¿Que eso requiere de mucho análisis e investigación? Sí. ¿Que hay que emplear un lenguaje críptico y adoptar un tono mortalmente serio? No.

Y es que la estrategia no es cosa de planners. Todos hacemos estrategia, todo el tiempo. Si quieres invitar a salir a alguien, buscas las palabras y el mejor momento para hacerlo. Eso es estrategia. Si quieres un aumento, vas con tu jefe y le hablas de tus logros de los últimos meses. Eso es estrategia.

Tomemos a modo de ejemplo un hecho reciente, aparentemente inconexo, que sacudió al mundo en estos días: Simone Biles, campeona olímpica estadounidense, declaró que se retiraba de la final de gimnasia en Tokio 2020 para priorizar su salud mental. Esta elección individual, aplaudida por muchos, criticada por otros, cambió muchos aspectos dentro y fuera del mundo deportivo. Tan sólo en su disciplina abrió la puerta a miles de jóvenes gimnastas para reconocerse como seres humanos antes que como atletas. Fuera de ella, puso otra vez sobre la mesa el tema tabú alrededor de la salud mental e invitó a repensar la vulnerabilidad como fortaleza. Y en Simone, como persona, supuso una decisión entre hacer lo que el mundo esperaba que hiciera y arriesgarse a una posible paraplejia –si no es que algo peor– o dar un paso atrás y proteger su mente y su cuerpo.

Simone eligió la vida. Esa es siempre una buena estrategia.

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