Mike Convey. Director de Convey Publicidad

Por Miguel Carrillo
Socio director creativo de Convey Publicidad

Aunque muchas luminarias creativas tengan la pueril idea de ser omnipotentes, lamento decirles que están muy lejos de serlo.

Al ser la comunicación un área social, está supeditada a miles de variables, lo que nos hace muy susceptibles a cometer alguna estupidez, ya sea por no conocer al target, por utilizar mal un medio, por no considerar alguna situación social, por lo que sea, siempre estamos al borde de cometer algún error.

Si a esta situación además agregamos las virtudes humanas, vivimos en medio de un arenero. Ejemplos hay cientos, de los más sonados fue aquel anuncio de Edith Márquez en el que literalmente pusieron “Día Mes Ciudad Venue” o cómo olvidar a Pedrito Sola.

En áreas BTL las cosas no son muy diferentes, he visto activaciones con logos mal puestos, stands cayéndose, edecanes mal vestidas, juegos descompuestos, etcétera.

Sin importar en qué agencia estemos, todos estamos propensos a “cagarla”. Esto no quiere decir que sea normal o que el cliente deba acostumbrarse a nuestros errores. Mucho menos debemos pensar que estamos en una industria mediocre… bueno, tal vez sí, pero ese no es el punto.

Hace algún tiempo, intentaba presentar la agencia a una empresa internacional de cosméticos, le aseguraba que habíamos desarrollado sistemas de implementación que reducían mucho las posibilidades de error. Aquel director sonrió y me dijo: “La mejor agencia no es la que no se equivoca, todas se equivocan. La mejor agencia es la que mejor resuelve”… ¡puuum! Me dejó frío.

Los errores pueden venir de cualquier lado, del proveedor, de uno mismo, del clima, del cliente. No importa de que tamaño sean, lo importante es resolver. Un problema pequeño mal resuelto puede costarnos la cuenta; un problema grande resuelto de forma inmediata suele terminar en una llamada de atención.

Repito, esto no significa que sea normal o que el cliente deba acostumbrarse a nuestros errores, pero tampoco es el fin del mundo. Una de las mejores formas de evitarlos es pensar “¿Qué nos puede salir mal?”, pareciera que es un pensamiento negativo… efectivamente lo es pero nos puede ahorrar muchos dolores de cabeza.

Todos los errores cuestan, a veces se pierde dinero, a veces vuelan cabezas, nadie puede asegurar que es a prueba de todo. La única solución es preverlos lo más posible y estar listos, claros y serenos para poderlos resolver.

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